El comercio de material de fotografía Zubieta posee una extraordinaria colección de cámaras fotográficas que abarcan toda la historia de la fotografía analógica, es decir la tradicional, que implicaba generalmente un revelado de los negativos.
La máquina de fotografía más antigua de la colección corresponde a una de las denominadas minuteras, que se utilizaron para hacer fotografías, incluyendo su revelado, en la vía pública. Se trata del modelo “Royal Ruby” del fabricante Thornton-Pickard (Altrincham, Inglaterra).
Otras cámaras históricas de fuelle de la colección son la del fabricante H. Mackenstein (París) y el modelo Primus de JCA.
La colección incluye un gran número de máquinas de fotografía de los fabricantes más comerciales y sus diferentes modelos.
Además el comercio archiva una importante colección de fotografías y negativos, algunos sobre soporte de vidrio, desde finales del XIX.
En 1905, Pedro Zubieta Fernández fundó la tienda de fotografía más antigua de Santander, la cual empezó siendo de comercio mixto. En 1915 se reincorporó al negocio familiar Álvaro Zubieta Mazas, y sobre esta época Fotografía Zubieta comenzó a especializarse en la fotografía.
En 1951 se hace cargo del negocio familiar Álvaro Zubieta Hervás recogiendo su testigo, a partir de 1982, sus hijos, la cuarta generación que actualmente gestionan la tienda.
Fotografía Zubieta ha recorrido la historia de la fotografía partiendo de los inicios del XX con cámaras de madera artesanales, pasando a mediados de siglo por las de mano, de fabricación industrial, con película de 35 mm en blanco y negro. Luego, en los 1970 llegaría el color y, en los 1990 apareció la fotografía digital que acabó radicalmente con el negocio de la fotografía tradicional al prescindir de la película, el revelado y el papel fotográfico.
También la venta de cámaras disminuyó considerablemente al ser una función incorporada a dispositivos como teléfonos móviles o portátiles.
En el comercio conservan una cámara con trípode de finales del XIX de las que utilizaban los minuteros, fotógrafos que asistían a las romerías de los pueblos o espectáculos públicos para hacer las fotos en la propia calle.
La cámara es un cajón, una cámara oscura con un objetivo que, en su interior contenía los recipientes para el revelador y fijador. Era un laboratorio ambulante para blanco y negro donde se obtenía un negativo sobre papel que volvía a ser fotografiado para conseguir el positivo. El tamaño de la placa es de 13×18 cm. Después de la toma, en unos 5 minutos se lavaba con agua la placa-fotografía y se entregaba la foto al cliente.
El último minutero en Santander fue Mariano García Luna quien, hasta recientemente, hacía fotografías en los Jardines de Piquío.
Mariano García Luna