PATRIMONIO PREINDUSTRIAL

 FUNDICIÓN DE CAMPANAS HNOS. PORTILLA


Localización: Gajano (Marina de Cudeyo) (Gajano (Marina de Cudeyo))
 Google Maps: 43.41278357 , -3.7832990985



PATRIMONIO PREINDUSTRIAL

Tipo de patrimonio: Conjunto industrial/Fundición de campanas
Época: 1960

Grado de protección:

Ninguno.


Estado de conservación: Bueno.
Información sobre visitas:

Visatable con cita previa.





Noticias

https://www.campanashportilla.com/campanas_iglesia.html

https://eldiariocantabria.publico.es/articulo/cantabria/descubre-maestro-campanero-que-construyo-campana-5000-kilos/20220225211116111894.html

 


Descripción:

Taller de fundición de campanas por métodos tradicionales. Se realiza el molde, talla de texto y figuras, fundido y acabado. La técnica es a la cera perdida, la misma que se utilizaba en el Renacimiento para hacer las esculturas metálicas.

Dispone de hornos capaces de realizar proyectos de cualquier envergadura además de todo tipo de maquinaria relacionada con el mundo del metal.

Sus trabajos están presentes en buena parte del mundo tanto en Iberoamérica como en Europa.

Su último trabajo de gran relevancia, obra del Maestro Campanero Abel Portilla, ha sido la fabricación, por métodos artesanales medievales, de una campana de 5 toneladas para instalar en la iglesia de San Plechelm en Oldenzaal, Holanda. Esta campana forma parte de un carrillón de 70 campanas y da exactamente la nota musical “Do”.

Las campanas de iglesia son tal vez el instrumento musical que con mayor frecuencia escuchamos en Europa, su sonido forma parte de nuestra historia, de nuestra cultura y casi de nuestro inconsciente.

En el año 2022 la UNESCO ha declarado el toque  manual de campanas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.



Reseña histórica:

La empresa Hermanos Portilla formada por Marcos y Abel Portilla Cantabria, está vinculada con la tradición de un antiguo oficio, la construcción de campanas.

Cuenta la leyenda que el rey Felipe II trajo a España a un grupo de holandeses expertos en la fundición de campanas para que llevaran los ecos del cristianismo hasta el último rincón de la Península.

Estos maestros artesanos se establecieron en las cercanías de Laredo, donde enseñaron su oficio a los habitantes de la zona. Se iniciaba así una tradición que, cinco siglos después, todavía mantiene sus señas de identidad en la empresa familiar Hermanos Portilla.

Durante muchos años, las campanas han desempeñado un papel fundamental en la vida de los pueblos, pues además de avisar de la misa, alertaban de catástrofes como las tormentas o los incendios.

El peso y las dificultades para el transporte provocaban que estos objetos tuvieran que elaborarse cerca de la catedral o la Iglesia a la que se iban a destinar. Por ello, cada año, el día de San Blas, los maestros campaneros de Cantabria realizaban un sorteo en el que repartían las regiones de España que cubriría cada uno. Una vez que la fortuna les había otorgado un destino, allí se desplazaba el maestro artesano junto a algunos de sus hijos. Contactaban con el cura responsable de la zona, que les transmitía los pedidos, y durante varios meses permanecían en la zona, dedicándose a la fabricación.

Sólo la extensión del ferrocarril permitió que el negocio familiar se estableciera definitivamente en Gajano, al sur de Santander, en 1960. Durante esta época, desapareció buena parte de la competencia tradicional a medida que las parroquias apostaban por las campanas de elaboración industrial. Pero Hermanos Portilla consiguió sobrevivir gracias a su apuesta por la calidad que aporta su sistema de elaboración artesanal.

Este método permite que cada una de sus campanas tenga un estilo y un sonido único adaptado a las preferencias de cada región.

“En Cataluña las bandean, sin que lleguen a dar la vuelta del todo; mientras que en Valencia disfrutan al girarlas y hacer mucho ruido. En Galicia, les gusta que la campana nueva suene exactamente igual que la que tenían, con tañidos melancólicos, que van contra las tendencias actuales, de sonidos más alegres”,

El año 2016 fabricaron 80 campanas. Hubo años que llegaron a fabricar 200 unidades gracias a que muchos alcaldes las compraban para aumentar su popularidad entre los habitantes del pueblo.

Pese a que parezca un gasto innecesario, Portilla recuerda que las campanas siguen teniendo un importante valor espiritual. “Cuando tañen, para avisar de la misa o anunciar un fallecimiento de un vecino, contribuyen a mantener los valores y el sentimiento de unión entre todos los habitantes del pueblo”.

La mayoría de las campanas duran entre cuatro y cinco siglos. Se fabrican en bronce (aleación de cobre y estaño), por lo que eran un botín de guerra muy preciado en la época de Almanzor y muchas fueron fundidas durante la Guerra Civil para transformarlas en cañones.

Esto ha permitido que Hermanos Portilla pueda mantener su negocio, pues muchas de las unidades que elabora sirven para sustituir aquellas campanas repuestas en los primeros años del franquismo, en las que se usó un material de peor calidad, que ya empieza a resquebrajarse.

Además de España, han vendido en Francia, República Dominicana, Perú, Brasil o Colombia. En Latinoamérica son muy importantes, pues permiten a los campesinos diferenciar la iglesia católica del resto de templos de la ciudad.

Emplea un molde único y personalizado para cada una, con una inscripción, normalmente en latín, y figuras religiosas talladas.

Ése es el secreto de cada campanero. En general, depende de la aleación de metales que se emplea en la elaboración. También hay que tener en cuenta la forma, las que son más anchas tienen un sonido más agudo y las más delgadas, uno más grave



Autor de la ficha:
Víctor M. Moreno Saiz-12/12/2022