La marca italiana BCS establecida en Milán en 1940, fue pionera en la producción industrial de motosegadoras. Su fundador fue el ingeniero Luigi Castoldi.
El prototipo en puente, rueda alta comenzó a fabricarse en 1942. También se fabricaba otro tipo de segadora de rueda baja más apropiado para terrenos irregulares o de montaña.
Con una potencia de 13 CV, el peine de corte podía ser de 0,8 m a 1,55 m, alcanzando una velocidad de 5 km/h.
Las primeras motosegadoras estaban propulsadas por un motor de explosión de baja potencia sobre un chasis auto-portante que alberga todos los elementos de transmisión y el sistema de corte.
Sorprende ver los modelos actuales que mantienen, básicamente, el diseño estructural original.
En los años 1960 comenzaron a aparecer las primeras motosegadoras en Cantabria. Rápidamente su uso se fue generalizando a la vez que desaparecía el segado a mano con dalle.
Fue una verdadera revolución industrial que sustituyó la energía del hombre por la de los combustibles fósiles.
Se decía que una segadora mecánica producía más hierba que veinte dalles de sol a sol.
Dejó de oírse en los pueblos el sonido metálico del pique de la hoja del dalle para su afilado. El ganadero, tumbado en el suelo para esta operación, era de lo más cotidiano. También desaparecieron las colodras, recipiente donde se llevaba la piedra de afilar y que, en su formato más tradicional, era un cuerno de vaca vaciado.
Las primeras segadoras que llegaron a Cantabria eran las de montaña, de rueda baja y peine corto, especiales para terrenos difíciles y con pendiente.
En poco tiempo aparecieron las de rueda alta, con un peine más ancho y mayor velocidad además de poder, si se deseaba, ir sentado cómodamente para su transporte y en la siega.
Las motosegadoras que llegaron a España eran mayoritariamente italianas y algunas suizas.
Actualmente la siega la realizan potentes tractores con accesorios de corte de discos y la hierba, recién cortada, se empaqueta en grandes rollos que se envuelven en plástico para su conservación.