Vehículo remolque de tranvía de carrocería semidescubiertos, serie 200, apoyada en un chasis de estructura de perfiles de hierro, con dos ejes de ruedas independientes, bancos de listones de madera situados transversalmente al eje del vehículo, con estribo pescante a lo largo de ambos lados del mismo. El origen de este vehículo, puede estar en los primeros tranvías traccionados por caballerías (tranvías de sangre), transformado posteriormente como vehículo remolque de los tranvías eléctricos, que se usaban como refuerzo, aumentando la capacidad de pasajeros, sobre todo en época estival. La mayor parte de la producción industrial de la empresa Carde y Escoriaza, está considerada Patrimonio Histórico Industrial.
Este vehículo remolque de tranvía, de vía métrica, se encontraba en estado ruinoso, en una finca particular junto a la carretera N-611, a la altura de Rumoroso, solo quedaba el chasis con sus 2 ejes. Su propietario, D. Julio Cabrero Carral, lo dono a ACAF.
Mediante la firma de un convenio con el Ayuntamiento de Santander y dentro de las actividades de la Escuela Taller Municipal, se procedió a su reconstrucción, bajo la supervisión del personal de Talleres Municipales y con el asesoramiento de ACAF, como coche abierto, denominado popularmente “Jardinera”, similar a los que circularon en la línea del tranvía del Alto de Miranda.
En la época estival, en la ciudad de Santander, circularon muchos remolques de tranvía semidescubiertos. Fueron utilizados por todas las compañías que a finales del siglo XIX, tenían concesiones de servicios tranviarios en la ciudad. Estos vehículos tuvieron diversas tracciones: animal (tranvías de sangre), maquinas de vapor y coches con motor eléctrico.
A ambos lados de la carrocería, poseían unos estribos corridos, denominados pescantes, que además de servir para la subida y bajada de los pasajeros, eran usados por el cobrador para desplazarse a lo largo del mismo, para el cobro de billete, cuando estaba en movimiento.
El primer tranvía con motor eléctrico que circulo en Santander, lo hizo el 16 de Julio de 1908, en la línea de Molnedo a Peñacastillo, los pasajeros, tenían que realizar un trasbordo, mientras duró la construcción del puente de Vargas.
Junto con este vehículo, ACAF preserva una consola de conducción, un cartel publicitario que se ubicaba en el interior de los vehículos y una campana de aviso, el claxon de la época, con su conocido sonido tranviario, últimos vestigios de los Tranvías de Santander.
El día 15 de Noviembre de 1953, circulo el último tranvía por las calles de Santander.